sábado, 19 de julio de 2014

KABUL
Me preocupa que apareces como un virus tentador en mi mente,
con el tesoro de tu juventud,
con la belleza deseada de tus senos nuevos,
con tu piel de avena.
Se adivina el sexo en flor y en tus labios una playa solitaria llama a un barco,
en la lejanía de una época que huele a lo que cagan los dioses.
En la madrugada cuando carcajea la lagartija y las ovejas trasquiladas pierden la cuenta, también llegas a mi cuarto que está ocupado por la mujer que amo,
Y se conjugan y confunden tu canto de sirena en el océano del tiempo con el ruido que producen dos canicas en un tarro metálico.
Si despierto no sé que es ficticio:
una mezcla de soledad y la luna tras la ventana vela a los insomnes ,
a los gatos que adornan y husmean en los tejados columpiándose por un resquicio de la luna, teja, luz, telaraña, gotera,
los gatos que ratonean y entonces,
como una erección volcánica, erupcionan los sueños en sábanas…
Mientras tù, esparciada como el Sahara, entre almohadas como colinas,
abrazado a ella,
entro, caigo, penetro en peligrosas y tibias arenas movedizas.