KABUL
Me preocupa que apareces como un virus tentador en
mi mente,
con el tesoro de tu juventud,
con la belleza deseada de tus senos nuevos,
con tu piel de avena.
Se adivina el sexo en flor y en tus labios una playa
solitaria llama a un barco,
en la lejanía de una época que huele a lo que cagan
los dioses.
En la madrugada cuando carcajea la lagartija y las
ovejas trasquiladas pierden la cuenta, también llegas a mi cuarto que está
ocupado por la mujer que amo,
Y se conjugan y confunden tu canto de sirena en el
océano del tiempo con el ruido que producen dos canicas en un tarro metálico.
Si despierto no sé que es ficticio:
una mezcla de soledad y la luna tras la ventana vela
a los insomnes ,
a los gatos que adornan y husmean en los tejados
columpiándose por un resquicio de la luna, teja, luz, telaraña, gotera,
los gatos que ratonean y entonces,
como una erección volcánica, erupcionan los sueños
en sábanas…
Mientras tù, esparciada como el Sahara, entre
almohadas como colinas,
abrazado a ella,
entro, caigo, penetro en peligrosas y tibias arenas
movedizas.
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