miércoles, 22 de octubre de 2014

PRETEXTOS
I
Un viento maravilloso
besa a Cali en esta mañana de agosto.
Una luz brillante muestra una ciudad en la que de día,
vuelan los gallinazos 
y en las tardes las cometas buscan su nido,
y recorren un cielo azul de esta ciudad que progresa,
y que se quedó varada en el tiempo
como ballena picoteada por gaviotas.
Igual que tus primeros hombres y mujeres,
vieron la mariposa en este ocaso
y  nacimento del mediodía,
en silencio,
se secaba el arroz en la estufa,
la niña bañaba al perro y la abuela tosía en la habitación,
mientras toda la lana era enredada por el gato en la mecedora,
y mamá,  que ahora debería estar en la oficina o en la cocina,
se pudre entre el moho y el olvido en el cementerio.
   
II
No es la pestaña que se cae del ojo,
es la vista.
No son los ojos,
son los paisajes y los colores que aparecen
y  oscurecen en el horizonte.
No es el reloj,
es la arena,
el sol y lo que pesa el tiempo.
No es el sexo,
es el deseo que alimenta;
no es la cama,
es el sueño y el enfermo.
No es el cuerpo,
quizá, tu alma y lo que representas.
No es tu cuerpo,  ni tu sangre: es lo que significas.
No son las letras ni las palabras
que se alejan,
son los espejos y los recuerdos.
    
III

Visitantes como fantasmas que a veces llegan a la cita de la tarde, en la que un grupo de hombres departen, mientras hablan sin entusiasmo de asuntos legales. Como fantasmas, los hombres ven llegar las sombras que aparecen primero detrás del grupo de deliberantes ejecutivos en una mesa de Juntas, y luego,  se ubican en los extremos de la mesa y opinan cosas que nadie escucha, pero que quedan como una radiación demoniaca en la mente de los hombres que hablan de sus novedosas ideas y luego discuten con vehemencia, mientras complacidos, los fantasmas,  se desvanecen sacudidos por los gritos.            
Cuando caen dos muertos, los fantasmas aparecen junto a los cadáveres tibios de cuya silueta brota sangre, y, después de un momento, cuatro fantasmas cumplen la cita de la tarde en la mesa de Juntas, mientras otros hombres  huyen heridos e idiotizados.

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