viernes, 8 de noviembre de 2019


FRAGMENTO DE UNA CARTA

De nuevo hoy, como todas las tardes,  camino junto a mi mascota negra, en compañía de nuestras conocidas soledades, alejando tu recuerdo, con tu sin sabor, junto a esta vespertina tristeza, que recurrente es tan bella como tú. De nuevo solo,  intento continuar a través de la vida llena de vivos infelices que me miran pasar como las sombras de tus sueños, de mis amores difíciles, de tus lapidarias palabras de aliento y despedida… amarse a sí mismo, repites,  es importante por supuesto, aunque pienso lo maravilloso que hubiese sido que estuvieras aquí, para amarte también a ti. Cuidarte como lo prometí, protegerte, consentirte, querer estar contigo siempre, aunque para ti ya es tarde. 

Eres libre y valiente, hermosa y artista, en tu genuina sinceridad, con tus quirúrgicas palabras, has dibujado el abismo y me queda prohibido, desde hoy, caer y perderme en tus ojos que tranquilizaban mi alma, que me estabilizaban la vida y me brindaban la luz para seguir en la noche, valiente en lo que me resta de vida, en esta casa en la que quedó tu voz enredada en las cortinas roídas. Cuando preguntabas: ¿Qué tal tu día?, ¿Ya comiste?, ¿Estás bien? Esas preguntas eran mi mejor analgésico y la dosis de amor para sobrellevar mejor mi soledad.

De nuevo el silencio se espanta una que otra vez con los ladridos de Sacha, que al viento desde el balcón le canta al mundo y luego se rasca. La que te quiso conocer o de ti, ya no se acuerda.  Dolió, claro que dolió, como cuando se muere la esperanza, tu adiós con piedras y hay una herida otra vez abierta, sobre la hierba alguien mira el cielo y reconoce entre nubes tu nombre y tus iniciales, hubiese sido fantástico que hicieras parte de mi en esta fiesta, está comedia, en este viaje, esta aventura, esta tragedia tan parecida para todos que es la vida.

Agradezco tus sabios consejos, siempre lo dije, las mujeres son más inteligentes emocionales, y nosotros, inevitablemente suicidas.  Sabemos cómo matarnos, pero ignoramos preparar un buen arroz para la comida.
Quedas en mí, en las decenas de cartas que no leerás, en los viejos poemas que te contienen, quedas en la tarde cada anochecer cuando el sol se duerma y quizás mañana, no lo volvamos a ver. 
El amor dura lo que dura un paseo en el parque.

Después de los cuarenta

DESPUÉS DE LOS CUARENTA

En cualquier clima,
en cualquier meridiano o coordenada,
en cualquier lugar del planeta,
pero contigo,
cerca de tus labios,
cerca de cualquier río,
no me da pena decirle al mundo,
que ridículo y cursi,
absurdo, absorto y tonto,
después de los cuarenta,
estoy enamorado.