FRAGMENTO DE UNA CARTA
De nuevo hoy, como todas
las tardes, camino junto a mi mascota
negra, en compañía de nuestras conocidas soledades, alejando tu recuerdo, con
tu sin sabor, junto a esta vespertina tristeza, que recurrente es tan bella
como tú. De nuevo solo, intento continuar a través de la vida llena de vivos
infelices que me miran pasar como las sombras de tus sueños, de mis amores
difíciles, de tus lapidarias palabras de aliento y despedida… amarse a sí
mismo, repites, es importante por supuesto, aunque pienso lo maravilloso que
hubiese sido que estuvieras aquí, para amarte también a ti. Cuidarte como lo
prometí, protegerte, consentirte, querer estar contigo siempre, aunque para ti
ya es tarde.
Eres libre y valiente, hermosa y artista, en
tu genuina sinceridad, con tus quirúrgicas palabras, has dibujado el abismo y
me queda prohibido, desde hoy, caer y perderme en tus ojos que tranquilizaban
mi alma, que me estabilizaban la vida y me brindaban la luz para seguir en la
noche, valiente en lo que me resta de vida, en esta casa en la que quedó tu voz
enredada en las cortinas roídas. Cuando preguntabas: ¿Qué tal tu día?, ¿Ya comiste?, ¿Estás bien? Esas preguntas eran mi mejor analgésico y la dosis de amor para sobrellevar mejor mi soledad.
De nuevo el silencio se
espanta una que otra vez con los ladridos de Sacha, que al viento desde el
balcón le canta al mundo y luego se rasca. La que te quiso conocer o de ti, ya
no se acuerda. Dolió, claro que dolió,
como cuando se muere la esperanza, tu adiós con piedras y hay una herida otra
vez abierta, sobre la hierba alguien mira el cielo y reconoce entre nubes tu
nombre y tus iniciales, hubiese sido fantástico que hicieras parte de mi en esta
fiesta, está comedia, en este viaje, esta aventura, esta tragedia tan parecida
para todos que es la vida.
Agradezco tus sabios
consejos, siempre lo dije, las mujeres son más inteligentes emocionales, y
nosotros, inevitablemente suicidas.
Sabemos cómo matarnos, pero ignoramos preparar un buen arroz para la
comida.
Quedas en mí, en las
decenas de cartas que no leerás, en los viejos poemas que te contienen, quedas
en la tarde cada anochecer cuando el sol se duerma y quizás mañana, no lo
volvamos a ver.
El amor dura lo que dura un paseo en el parque.
El amor dura lo que dura un paseo en el parque.
Cuando te leo , solo trae recuerdos...
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