DECLARATORIA
Escribiendo
en la ciudad, en sus libertinos y
promiscuos muros
en
sus paredes roídas, debajo de este sol
que alumbra y quema a todos,
Sol
democrático en su luz y tirano absoluto cuando la luz se le niega a un
secuestrado.
Leyendo
la ciudad, en sus páginas de cal y concreto, con esta luz que cambia de piel, de tez y que
adormece en la modorra de un calor que pesa en los hombros a las cinco de la
tarde.
¡Cuántos
han soportado este calor!
¡Cuántos
desaparecidos han pasado por este semáforo!
¡Cuántos
vendedores ambulantes con la cuota inicial de un cáncer de piel!
Nosotros
los Sudacas, ellos los Euracas, que visitan la única Iglesia que da luz, porque
es aquella que se Incendia.
¡Cuántos
maldijeron en silencio alguna vez tu luz y calor
y
tú los conjuraste con no poder ver las estrellas!
Y
luego con genuina soberbia
eclipsaste
la tarde y te fuiste sin despedirte detrás de un crepúsculo que se desvanece en la calma de un anochecer
de miedos y Milenios ante la oscuridad elemental de los fantasmas y los Hombres
que deambulan y se evaporan en las desbarajustadas camas de las putas con las
intermitentes luciérnagas de Silva que nunca vi en los ojos de Nadie.
El
amor es aquello que no se aplaza,
el
Sol es para todos
y
las formas de la luna, para ella.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario