ADN
La puerta
del cuarto está cerrada.
Tu perfume
se ha evaporado poco a poco,
de
la habitación que fue nuestra
y que se ha convertido en una tumba de cortinas caídas,
entre
vacío tibio,
llena
de abandono e inundada de recuerdos absorbidos por la pared blanca.
Hace
días quité los corazones de hule,
que
fijaste para decorar la pared cuando sentías que
me amabas,
cerca
de la marca roja de los dos últimos zancudos que mataste
o que quizás maté yo, porque lo pedías…
Los únicos
corazones que quedaron
son los
que le cocino a la triste mascota en las mañanas
que después del quinto ladrido, también te
extraña.
Cuando
abro la puerta
atacan
violentamente todos los fantasmas del amor
y se
escapan por todas partes
e invaden por sorpresa
todos los rincones y se adueñan de todos los
ruidos,
encuentran
un hilo de tu voz y dos de tus cabellos,
prueba
de ADN,
todo este amor herido,
muriendo en humedad, debajo del lavadero.
Fuiste
valiente,
Fuiste
bonita,
Fuiste
Mujer,
Fuiste
capaz de irte y abandonarme
a la
orilla del abismo
sabiendo
que te amaba y te quería.
Dejaste olvidada junto a mí
en la casa, la soledad
en la casa, la soledad
que es lo más parecido a la Muerte.
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