martes, 27 de marzo de 2018


ADN

La puerta del cuarto está cerrada.
Tu perfume se ha evaporado poco a poco,
de la  habitación que fue nuestra
y  que se ha convertido en una tumba  de cortinas caídas,
entre vacío tibio,
llena de abandono e inundada de recuerdos absorbidos por la pared blanca.
Hace días quité los corazones de hule,
que fijaste para decorar la pared  cuando sentías que me amabas,
cerca de la marca roja de los dos últimos zancudos que mataste
 o que quizás maté yo, porque lo pedías…
Los únicos corazones que quedaron
 son los  que le cocino a la triste mascota en las mañanas
 que después del quinto ladrido, también te extraña.
Cuando abro la puerta
atacan violentamente todos los fantasmas del amor
y se escapan por todas partes
e  invaden por sorpresa
 todos los rincones y se adueñan de todos los ruidos,
encuentran un hilo de tu voz y dos de tus cabellos,
prueba de ADN,
 todo este amor herido,
 muriendo en humedad, debajo del lavadero.
Fuiste valiente,
Fuiste bonita,
Fuiste Mujer,
Fuiste capaz de irte y abandonarme
a la orilla del abismo
sabiendo que te amaba y te quería.
Dejaste olvidada junto a mí 
en la casa, la soledad
 que es lo más parecido a la Muerte.




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