PENA CAPITAL
No más música triste. No más días grises ni atardeceres sin color. Que el frío no sea el abrigo de la muerte, que en el último beso no esté ella envuelta y sin amor.
No más música triste. No más días grises ni atardeceres sin color. Que el frío no sea el abrigo de la muerte, que en el último beso no esté ella envuelta y sin amor.
Cómo hacer para dejarte
oculta en el pasado, si la imagen de tu cuerpo está presente todo el tiempo: tu
cabello largo, tu piel suave, los labios que todo hombre debería besar antes de
dejarse seducir por la puta Muerte.
Eres una agresiva
enfermedad que produce cada vez más insomnio y que atormentas.
Te satisface sentirte
deseada, bonita, joven, sexy, fértil y disfrutas no diciendo nada. Tienes la
salvación para la próstata, para la crisis existencial de los cuarenta.
Pero gozas y te
fascina ver padecer y en suplicio a tus víctimas, tu mayor placer es ignorar, provocar la
soledad de tus soñadores y acosadores, los más usados y osados sobreviviremos
unos días más antes de arder de deseo con tu recuerdo pecaminoso, la ilusión de
una cama que sirva de féretro y museo para el viaje al Thánatos más
cruento , sin tus atenciones de enfermera erótica con medias veladas y tu escafandra
blanca que organice en un peinado natural tu larga cabellera castaña y una
única trenza sea la máxima fantasía en un éxtasis de suerte, poderte ver una
última vez antes de las sirenas y las alarmas de inminencia, ráfaga, destello, explosión
o tragedia.
Cómo olvidarte si estás
otra vez aquí, entrometida, carcomiendo todos los órganos
vitales, caminando, danzando, gimiendo en esta nueva historia
que te quiere recordar, olvidar, recrear y te acerca cada vez en mi memoria
como ese recuerdo hormonado frente al pelotón de fusilamiento, ante la parca de
túnica negra, mientras los fármacos irrigan y recorren las venas buscando parar
el corazón, haciendo alucinar la inerme mente, después de suministrar la
inyección letal.
Sí, estás aquí, como si
existieras desde hace mucho tiempo en la tierra que ha de girar hasta que el
sol quiera, cuando ya nada nos pueda derrotar, aparecerás otra vez tú para
desterrarnos a un mundo sin mujeres como tú que aniquilen con la paz y la
armonía del planeta que girará hasta que envejezcas con toda tu belleza y te
cures, enloqueciendo a todos los hombres, de toda tu locura.
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