miércoles, 10 de junio de 2020

Migraña


Migraña
Como es tan poco usual verte dormir en la misma cama, mirarte mientras estás cerca de mí, me hace figurar e imaginar varias cosas:

Dormida, cuando te vence la migraña, pareces muerta y respiras bocanadas lentas para sumergirte en el más profundo sueño en el que buceas entre peces grandes y monstruosos y algunas estrellas de mar que resultaron siendo tus primas.

Boca arriba respiras mejor y aunque me provoca besarte veo la cara de tu abuela que espanta las gallinas en una tarde de sol. Teníamos una sola mascota y ahora en la sala como tú, duermen dos, ambos son negros, uno de ellos quiere pasear y otro arisco, quisiera escaparse para quizás correr en libertad pero tendrá collar, así no quiera.

Hace tiempo no contemplaba tus piernas bonitas, te ves muy linda, pero duermes y no puedes escuchar mis pensamientos porque roncas un poco con un hálito de Cenicienta o Bella durmiente y me siento un lobo ermitaño y un príncipe sádico y feo que te merodea y vigila el sueño mientras duermes para aliviarte de tus noches en vela, ilusionada con los millones prometidos desde la sugestión y recitados en los inútiles rituales de prosperidad en la mañana.

¿Qué si aún te amo? Hoy no voy a contestarte, creo que ni siquiera lo preguntarás porque descubriste hace algún tiempo lo que intuías y sospechabas, lo que aprendiste en tus trasteos intempestivos, nadie se muere de amor ni de desempleo.

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