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Entonces
era eso,
la muerte sórdida.
La quietud
y la afasia de los nombres que no pudiste decir.
Los pulmones
llenos de agua,
El dolor
agudo en el pecho.
Era la
certera muerte,
la
sorda, la necesaria.
La que
preferiste porque te dolía el alma,
porque
uno se cansa de vivir para la Muerte.
Uno
se cansa de luchar para la Nada.
El festivo
y el luto…
Entonces
era la muerte en domingo
que te
mecía.
Un Padre
que iba a la tumba
y llenaba
de Muerte a sus seis hijos.
La
vida se va por la ventana,
la Muerte
es la respuesta a todo
Y la
única salida.
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