lunes, 26 de junio de 2017

5:30

Entonces era eso,
 la muerte sórdida.

La quietud y la afasia de los nombres que no pudiste decir.

Los pulmones llenos de agua,
El dolor agudo en el pecho.

Era la certera muerte,
la sorda, la necesaria.

La que preferiste porque te dolía el alma,
porque uno se cansa de vivir para la Muerte.

Uno se cansa de luchar para la Nada.
El festivo y el luto…

Entonces era la muerte en domingo
que te mecía.

Un Padre que iba a la tumba
y llenaba de Muerte a sus seis hijos.

La vida se va por la ventana,
la Muerte es la respuesta a todo
Y la única salida.


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