sábado, 17 de junio de 2017

CASI SUICIDA, CASI HOMICIDA

La muchacha se lanzó al vacío desde un balcón de un sexto piso del Hospital Universitario y al caer descerebró a una joven doctora. Era una buena mañana para morir. Hubo una temperatura agradable en Cali, un descongestionado tráfico en una ciudad que desde temprano pensaba en fútbol. Sus errores, no pensar en la aglomeración de la hora del café. Haber escogido como carrera Enfermería y creer que algún día sería médica.  Haber caído en el cuerpo de alguien que debía morir ese día y no lo sabía. Su error más grave, sobrevivir a una caída libre  de 22 metros de altura. Al poder de 5 bacterias agresivas en hospitalización, a las entrevistas manidas de los psiquiatras ansiosos, a las miradas inquisitivas de tú mataste a la doctora y ni siquiera te partiste el espinazo. Suicida, fracasada. ¡Asesina! Por qué no buscaste otro edificio desocupado, una jaula abierta en el zoológico, salir a correr con tu cadena de plata en el cuello en una tarde de truenos y relámpagos, hubieras aumentado la dosis del raticida, mejorado los cortes paralelos de tus venas, te hubieras arrojado a una camión o autobús en la autopista.
La Enfermera que se lanzó al vacío está enferma. Ayer sepultaron a la joven médica y la universidad como la ciudad se sorprenden con una noticia como estás que pone en evidencia el morbo de la muerte pero que también será olvidada. Está consciente, alerta y escucha todas las voces que le hablan. Escucha de nuevo la ronca voz que le recuerda su vida depresiva y miserable y el rutinario: ¡Mátate, Mátate, Mátate!


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