sábado, 17 de junio de 2017

SINO Y LADRIDO




Perro y mendigo
van por la calle.
La carretilla, su único tesoro, lleva cartones, costales y hambre.
Allí, comen, cuando tienen.  Duermen, cuando no llueve fuerte.
El sol empieza a dormir y la ciudad despierta a la noche,
Incierta, indolente,
Peligrosa,
Indiferente y egoísta.

El perro ha comido dos pedazos de pan,
la mitad de una salchicha y ha bebido agua en un recipiente reciclado.

El hombre, tose sin cesar,
y aunque nunca ha fumado,
escupe sangre y síntomas de muerte.

La mascota del mendigo,
parece complacido, camina hábilmente entre motos,
vehículos y camiones.
Ha evadido su Muerte,
un autobús lo rozo un jueves y aunque
se asustó,
vivió para ladrar y para rascarse con
desenfrenó su oreja.
El hombre, el mendigo, el amo tiene fiebre
y el perro lo ha sentido cuando en la noche le acarició la cabeza.
Ambos duermen sobre la carreta y sólo a mitad de la noche
el perro se acuesta abajo, cuando arrecia la luna.
Una mañana de martes, sin que nadie lo advirtiera,
el hombre dejó de toser y se fue a su otra  muerte,
dejando sin aire sus pulmones enfermos.

El perro de tres años lamió sus manos,
Con su hocico le olfateó la cara y con un gesto
genuino y perruno,
 lloró su desespero y se despidió a su modo
Canino, sincero y emotivo.

El cadáver, en la carreta rígido,
espera un solidario descubrimiento.
El perro, entiende su Sino y sigue su rumbo.
Buscando su nuevo amo,
Por la vía, algo de comida,
Buscando también su muerte.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario