Letanía
Una
palabra basta, un ruido, la lluvia.
Una
imagen de mujer vestida o desnuda,
son
suficientes para provocar un torrente inexplicable
de
ideas, que otros arriesgados, llaman poesía.
Una
ausencia, una muerte, una herida, una adiós,
un
viejo dolor, la tía nostalgia y la prima melancolía
nos
acompañan, llaman y seducen
para
envolvernos en mantos de depresión.
Sí,
somos depresivos,
ocultamos
adicciones y locuras metafóricas,
fantasmas
alegres y monstruos de malhumor.
Los
poetas no siempre hablamos del amor
ni
de la primavera, no siempre evocamos los
arcoíris de junio.
Hay
mucho de abandono, traumas, obsesiones, temporadas en el infierno,
muchos sueños coloreados de pesadillas
y
de soledades inconclusas, neurosis, fobias,
miedos
que riman con muerte, suerte,
hado,
sino, destino y maldición.
A
todos los poetas les hablan los demonios
y
les dictan versos en el corazón.