sábado, 4 de mayo de 2013


                                 ESTÁ ESCRITO

“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó;
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le amara”
1 de Corintios 2- 9.

Debajo de sus ojos amanecen las ojeras de la miseria.
El cansancio acumulado en sus talones, el frío de la sorda madrugada a la espera del carruaje o el tren de la ventana.

Paciente e inexpresiva,
a la espera del desayuno que empiece a desintoxicarle el cuerpo.

Entre luces siniestras, entre mesas en las que se puede oler y acariciar el deseo, una veintena de hombres se la disputan para deshojarla, a la linda Margarita, mientras la canción absurda suena repetida en su cabeza.

El licor le sabe a beso, el oscuro manoseo lo percibe como una caricia, al amor lo envuelve lento entre el cambio de dos billetes y al quitar a toda prisa una sudorosa camisa.

El pecado se alivia un poco al  bañarse cuatro veces en la noche el sexo usado, la efímera purificación llega más tarde en la mañana,  cuando sea ella quien en primicia dé el tetero tibio a su hijo,  quien durmió desabrigado.  Y cuando el bebé con ternura ponga su manita linda en su estrujado y tatuado  seno, se sentirá pura, la Puta.



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