miércoles, 6 de noviembre de 2013

        DECLARATORIA

Escribiendo en la ciudad,  en sus libertinos y promiscuos muros
en sus paredes roídas,  debajo de este sol que alumbra y quema a todos,
Sol democrático en su luz y tirano absoluto cuando la luz se le niega a un secuestrado.

Leyendo la ciudad, en sus páginas de cal y concreto,  con esta luz que cambia de piel, de tez y que adormece en la modorra de un calor que pesa en los hombros a las cinco de la tarde.

¡Cuántos han soportado este calor!
¡Cuántos desaparecidos han pasado por este semáforo!
¡Cuántos vendedores ambulantes con la cuota inicial de un cáncer de piel!
Nosotros los Sudacas, ellos los Euracas, que visitan la única Iglesia que da luz, porque es  aquella que se Incendia.

¡Cuántos maldijeron en silencio alguna vez tu luz y calor
y tú los conjuraste con no poder ver las estrellas!

Y luego con genuina soberbia
eclipsaste la tarde y te fuiste sin despedirte detrás de un crepúsculo  que se desvanece en la calma de un anochecer de miedos y Milenios ante la oscuridad elemental de los fantasmas y los Hombres que deambulan y se evaporan en las desbarajustadas camas de las putas con las intermitentes luciérnagas de Silva que nunca vi en los ojos de Nadie.

El amor es aquello que no se aplaza,
el Sol es para todos
y las formas de la luna,  para ella.


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